El passat divendres 7 de març, la Sra. Ángeles Sáez ens va deixar, i els seus fills han volgut compartir amb tots nosaltres un escrit, que tot l'equip agraim moltíssim:
Hace ya unos
días que nos dejó la Ángeles y con los ánimos algo más recompuestos es el momento de despedirse de la familia Mullerat.
Durante los últimos dos años y medio hemos formado parte de ella y, en las
circunstancias de los que somos acogidos en su seno, eso da para mucho. Ha
habido ratos mejores y ratos peores, pero lo que sí hemos tenido siempre muy presente
es que fuera de Mullerat todo habría sido mucho más difícil. Corren malos
tiempos, y para las personas más frágiles y sus allegados todavía más.
Con la
perspectiva del tiempo pasado, se nos hace evidente que no podíamos haber encontrado
un sitio mejor para compartir los últimos meses de nuestra madre. Más allá de
que para ella y para nosotros el marco nos evoca imágenes que nos han sido
familiares a lo largo de buena parte de nuestras vidas, en su interior hemos
encontrado algo que nos era completamente desconocido pero que nos felicitamos
de haber podido llegar a descubrir. Se trata de su gente; tanto los residentes
y sus familias, que en mayor o menor medida estamos de paso; como el equipo que
allí trabaja, grandes profesionales y mejores personas, que son la verdadera
alma de Mullerat.
A lo largo de
los últimos días, en la medida que hemos ido coincidiendo, hemos expresado personalmente
nuestra gratitud y nuestro afecto a todos los miembros del equipo que nos ha sido
posible. Se trata sobre todo de aquellos con los que, por una razón u otra,
hemos compartido más tiempo en nuestras visitas diarias a Mullerat. No
obstante, somos conscientes de que hay muchas otras personas que también están
ahí, y cuya aportación para la calidad de vida del día a día de los residentes
es fundamental. A falta de otro medio mejor, queremos aprovechar esta carta
para transmitirles igualmente nuestro reconocimiento. Aunque con toda seguridad
ya lo saben, no está de más decirles que forman parte esencial de algo que vale
mucho la pena. De la misma forma, tampoco nos olvidamos de quienes estuvieron
en el equipo pero, en un momento dado, siguieron su camino profesional fuera de
Mullerat.
También
queremos tener nuestro recuerdo para los residentes y sus familiares. Hasta que
no se experimenta, resulta realmente difícil de imaginar el sentimiento de
complicidad que se comparte en algunos momentos dentro de aquellos muros. En un
mundo en el que cada vez más prima lo propio y resulta irrelevante lo ajeno,
esa sensación de proximidad entre aquellos que apenas se conocen y han compartido
tan sólo unas fugaces horas o minutos es algo verdaderamente auténtico.
Por último, no
queremos acabar estas palabras sin una mención especial a las últimas horas que
compartimos con nuestra madre. Dentro de los muchos condicionantes que una
situación así impone, Mullerat nos ha ofrecido la mejor despedida a la que
podíamos aspirar. Ella se apagó de la forma más plácida que era posible
proporcionarle y nosotros pudimos vivir esos momentos únicos con una sosegada
intimidad.
Muchas gracias
por todo y hasta siempre.
Ángeles & Vicente
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